Por Sara Moreno
Seguimos hablando de Miguel, de
ese gallego que llegó a Albacete y que ayer te presentábamos en este mismo
blog. Ahora volvemos al presente e intentamos entender como son todos los días
dentro de esta humilde familia de Albacete.
Café en mano, Lojo explicó su situación a Alimentación en Cadena |
Las dudas, conforme íbamos
avanzando en la conversación, traspasaban cualquier carácter informativo:
“¿cómo os las arregláis en casa?”, “¿ningún miembro de la familia trabaja?”,
“¿qué come el bebé?”, “Miguel, ¿has preguntado en la Diputación y en el
Ayuntamiento?”, “¿te has apuntado en bolsas de empleo?”… Y las respuestas no
eran esperanzadoras. No hay trabajo. Cuenta que habla continuamente con la
asistenta social, con Cáritas y con Justicia y Paz, porque está en búsqueda
activa de trabajo. También ha aportado todas las titulaciones “de construcción,
campo, camarero, agricultura” a las oficinas de empleo del Ayuntamiento y
Diputación; pero todavía no ha llegado ese revulsivo para salir de la situación
en la que ahora mismo se encuentra. Y aquí es donde él dejó claro (en
reiteradas ocasiones) que no estaba recibiendo la ayuda que debería: “fui a
hablar con la alcaldesa de Albacete y el presidente de la Diputación,
explicándoles que tenía un hijo pequeño, que estaba en el paro y que no tenía
ni para comer ni para nada, que si me podían echar una mano para trabajar, y lo
único que me hicieron fue echarme para atrás”; si bien es cierto que no
cumplió, en una de las demandas de empleo, uno de los requisitos que se pedían
(estar empadronado más de un año en Albacete), aunque también comenta que
“otros se enteraron (de la oferta de empleo), se fueron al paro y al día
siguiente estaban trabajando”.
Miguel vendiendo chatarra |
Y es que alerta de que no se mide
a todo el mundo con el mismo rasero, aunque eso es difícil de demostrar en
situaciones tan críticas como las que se viven hoy en día en más casas de las
que pensamos. “El Gobierno, los que tienen el poder, que digan cuatro mentiras
por la tele… ¡no!, que digan la verdad, que digan a quienes ayudan. Porque el
que está pobre, se queda pobre; y el que está rico, se queda rico. Si yo mañana
robo una barra de pan o un plato de comida para darle a mi familia, y a mí me
meten en la cárcel; y ellos roban millones y millones y no pasa nada. ¿Por qué
tanta injusticia?”. Y siguió añadiendo: “A unos nos buscan hasta las cosquillas
y a otros no les miran nada y van para adelante. ¿Por qué? ¿Por el padrino? Eso
creo que no debería ser así.” Sin contar con que sus problemas laborales se han
aderezado, últimamente, con que ha trabajado 21 días en el campo “como un
condenado” y no ha cobrado el salario correspondiente porque el patrón también tiene impagos, asegura.
Entonces… ¿Hay que robar para
comer? Sí. Miguel afirma que en alguna ocasión ha tenido que optar por esta
práctica para dar de comer a su familia: “El otro día me pillaron robando una
barra de pan”. Y no es el único. “Hay mucha gente que roba para comer. Mucha.
Bastante. Y eso no se ve”. Además, apunta que busca en contenedores ropa y
comida, va a la lonja a pedir fruta “que está medio estropeada y no la venden,
y me la dan porque ya me conocen” y acude a la chatarra para ‘trapichear’ y
conseguir dinero. Con eso, “nosotros sobrevivimos; y con lo que me da la
iglesia, el párroco de San Vicente de Paul y la Cruz Roja. Lo demás, no
hay nadie que me dé una ayuda”. Y es que, actualmente, cuenta con 170 euros
mensuales para mantener a toda la familia. Las cuentas salen claras: “Cobro del
paro 421 euros y me descuentan 256 euros. Yo con 170 euros no puedo vivir: me
echaron de la casa y tengo el juicio ahora, por falta de pago”.
Ante esta situación, y tras parar
varias veces la entrevista y buscar algún contrapunto positivo con el que poder
dar un giro a la conversación y dotarle de cierto clima esperanzador,
preguntamos: ¿Cómo es tu día a día? “Es una situación muy complicada. No te
puedes imaginar lo que es estar sin comer, marcharme a las siete de la mañana
de casa y llegar cuanto más tarde mejor para que no haya problemas. Yo he ido a
comer al Cotolengo y voy la mayoría de veces, porque no tengo qué comer en la
casa”. “El límite está cuando llegas a tu casa y quieres comer y no puedes.
Cuando tienes una criatura y llora porque necesita un biberón de leche, y no se
lo puedes dar porque no tienes para comprarlo”. Su hijo es el motor de la
familia y por él sabe que seguirá luchando: “lo más importante es que mi hijo
tire para adelante”. Por él trabaja en lo que sea necesario y vive al día.
La nutrición de su hijo es una de sus principales preocupaciones |
Afirma no tener vergüenza por
contar cuál es su situación actual, pide ayuda y nosotros la recogemos a través
de este blog. Entre sus duras afirmaciones, resaltamos esta para cerrar el
extenso post de esta semana: “Hoy me encuentro yo en esta situación, pero nadie
puede decir que mañana tú o tu compañero, o el otro, se encuentre ante este
mismo problema”.
Miguel Lojo Negreiro |
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